Su uso tradicional ha sido la cura del estreñimiento, aunque sus propiedades se asocian a la mejora de dolencias tan dispares como las alergias, la amigdalitis, la acidez de estómago, la halitosis, los herpes zoster, los dolores de cabeza o las fiebres sin causa aparente.

 

Si alguna planta puede realmente calificarse de mágica esa es el áloe vera. Al menos especialistas de las más diversas disciplinas coinciden en su capacidad para curar, o en todo caso ayudar en la cura de un sinfín de dolencias, desde males de piel al estreñimiento. Bernat Vanaclocha, médico y editor de la base de datos FitoTerapia.net  explica que “del áloe se ha empleado tradicionalmente la secreción obtenida al hacer cortes en sus hojas (el acíbar, un laxante similar al sen), como también la sustancia gelatinosa contenida en el interior de las hojas, el gel de áloe, que tiene acción cicatrizante de heridas y quemaduras, antiinflamatoria, inmun-moduladora y antiviral. Debido a su contenido en mucílagos tiene potentes propiedades hidratantes, de utilidad no sólo en terapéutica sino también en cosmética”. La potencia de este género de la familia de las liliáceas es tan grande y sus aplicaciones tan variadas que también su presentación, formas de aplicación o ingesta son múltiples. Hay áloe vera en forma de crema, pero también puede ser ingerida en formato de pastillas o bebida como jarabe y hay además, bálsamos, ungüentos, infusiones, tintura, gel… o gotas, píldoras,  supositorios…

      ¿Su origen? Se trata de una planta leñosa y de hojas carnosas propia de los lugares más rocosos de África central y meridional (abundan en cabo de Buena Esperanza) y  también crecen áloes de forma salvaje en el Caribe y Asia, aunque se cultiva en todo el mundo. “Florecen en primavera y verano y a veces en invierno (sólo en sus países originarios).

Lo que interesa son las hojas de las flores maduras, que contienen un líquido acuoso muy amargo que  es el que se separa y se condensa calentándolo para  presentar el áloe vera en diversos formatos que no irriten al contacto con la piel. Las propiedades de esta planta son tan populares que muchas personas las cultivan directamente en sus casas.

 

En medicina se obtiene el acíbar (es el jugo de las hojas cuajado que se vuelve oscuro, sólido y amargo), pero generalmente cuando se cultiva en casa es únicamente para usar su hoja cortada como cura de urgencia en caso de golpes, quemaduras y otros problemas de la piel”, “el áloe vera resulta ser muy atractivo, al ser un producto que se obtiene a través de la planta que lleva su nombre y con los efectos beneficiosos contrastados sobre todo a nivel dermatológico. Gusta sobre todo a aquellas personas a quienes no les gusta medicarse con productos que se obtienen a través de laboratorio de forma supuestamente más artificial. Se obtiene el áloe directamente de la planta, frotándola en la zona a tratar, sin embargo quienes hacen este uso no deben olvidar que el áloe puede obtenerse ya comercializado, lo que permite asegurarse de que la  concentración es suficientemente elevada”.

 

En el antiguo Egipto era un regalo funerario que se enterraba junto a los faraones porque se asociaba a la inmortalidad. Alejandro Magno también sucumbió a su poder  hasta el punto de conquistar la isla Socotora (sur de Arabia) para usar los áloes para asegurarse la salud de sus ejércitos. Su uso era extendido entre romanos, griegos,

árabes e hindúes al principio pero cruzó fronteras cuando los franciscanos españoles lo trasladaron a la isla Barbados”. La llegada de la medicina y la farmacopea moderna dejó las virtudes del áloe vera en el olvido hasta que en plena Segunda Guerra Mundial, las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki afectadas por las bombas rescataron su uso para curar más rápidamente las heridas.

 

Ahora ya está más que comprobada su eficacia y hay estudios clínicos y científicos que corroboran sus generosas e innombrables propiedades hasta el punto de que la NASA lo utiliza porque absorbe muy bien la toxicidad de sustancias como fibra de vidrio, pintura, barnices o, por ejemplo, la radiación de los aparatos electrónicos. Las facultades del áloe varían según el formato en que se presenta. De esta forma, “administrado de forma tópica tiene propiedades hidratantes y antiedad, ya que estimula los fibroblastos que producen las fibras de colágeno y elastina, pero también antioxidantes, antiinflamatorias y antisépticas (contiene agentes antisépticos como lupeol, ácido salicílico, fenol y azufre)”. En cambio, “si administramos de forma oral el líquido resultante de la incisión de las hojas (látex o acíbar) tiene efecto laxante y podría ser  beneficioso en el tratamiento de la colitis ulcerosa. Y sobre todo no hay que olvidar en ningún momento que no se recomienda el acíbar por vía oral en embarazadas, ya que podría aumentar las contracciones uterinas”.

 

La aplicación de áloe en la piel puede aumentar la absorción de cremas con esteroides y si se toma por vía oral, puede aumentar los efectos de la digoxina (es un glucósido cardiotónico, usado como agente antiarrítmico en la insuficiencia cardíaca y otros trastornos cardíacos) y del diurético furosemida (usado para reducir la inflamación y la retención de líquido) debido a la reducción del potasio en sangre”. Y, aunque su uso se recomienda en tales casos, cree que aún “se necesitan más estudios para  determinar si el áloe vera es beneficioso en enfermedades como psoriasis, dermatitis seborreica, herpes genital, liquen plano o dermatitis postirradiación”. “hay que vigilar su uso ingerido: no se puede tomar nunca en caso de embarazo, pero tampoco durante la lactancia, en episodios de hemorroides sanguinolentas, y no está recomendado su uso en niños. Tomar dosis excesivas puede resultar irritante para los riñones”. Por otro lado, cuando se toma por primera vez, la ingesta tiene que ser gradual. Tampoco es recomendable tomarlo cuando se tiene fiebre y cuando la persona sufre problemas renales graves como nefritis o cólicos. Además existe un informe publicado en 1980 que asegura que menos de un 1% de la población es alérgica al áloe. Es un índice muy bajo, pero mejor asegurarse que no afecta.

Principales aplicaciones La aplicación más común y conocida hasta ahora ha sido en tratamientos posdepilación o tras exposiciones solares, por sus propiedades calmantes, hidratantes y regeneradoras. Se utiliza mucho para hidratar la piel. Desde Aboca (empresa precursora y líder en Italia y la referencia internacional en cuanto a productos a base de hierbas medicinales para la salud y el bienestar) aplauden las propiedades cosméticas del áloe vera que presentan en forma de gel. Explican

que “gracias a sus propiedades protectoras, es apto para todo tipo de piel y está indicado sobre todo en casos en que el cutis, sometido a los agentes externos (sol, jabones, etcétera), necesita de una acción lenitiva. El alto contenido del gel de hojas de áloe vera (60% de gel fresco rehidratado) desempeña una acción reparadora y protectora ya que brinda una agradable sensación de frescor y alivio a la piel enrojecida y agrietada y la deja más suave y sedosa. Más si el áloe proviene de la agricultura biológica y conlleva una formulación sin conservantes de síntesis”. Por su textura, el áloe tiene un alto índice de penetración y es muy efectivo en la curación de úlceras y tejidos, por su  poder regenerador y por sus propiedades antifúngica, antiséptica, antiinflamatoria y analgésica. También tiene efecto antipirético (disminuye el calor), por lo que también es muy efectivo en la cura de quemaduras.

El áloe vera es muy rico en aminoácidos, vitaminas y minerales, mejora la circulación y la tensión arterial, regula el nivel de azúcar en sangre. Si se toma por vía oral, tiene un efecto purgante, mejora y elimina el estreñimiento. Es muy recomendable en casos de problemas en mucosa estomacal o intestinal, ya que ayuda a regenerar las  mucosas, y como también tiene efecto alcalinizador que equilibra el pH, contrarresta la acidez. También facilita la digestión por su contenido en enzimas y coenzimas. Es muy bueno para remediar las encías sangrantes e hinchadas. Aligera el dolor de muelas y rebaja los flemones y también es preventivo de las caries y protege de los elementos agresivos que desgastan el esmalte de los dientes.

¿Como cultivar y cuidar tu planta de Áloe vera?

María José Alonso Osori, vocal de plantas medicinales Col·legi de Farmacèutics de Barcelona, recuerda que el uso del áloe es tan antiguo que ya se cita en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y consta en el Evangelio fue utilizado en los ritos de embalsamamiento de Jesús: “Y vino también Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con especias, como es costumbre sepultar entre los judíos” (San Juan 19, 39- 40). Entonces tener áloe en casa era habitual. ¿Cómo? Los áloes viven bien en un clima templado o cálido. ¿La temperatura ideal? Entre los 20 y los 25 grados y sobre todo lejos de los cambios bruscos de temperatura. Para quienes quieran cultivarlo en casa y vivan en zonas donde sí se producen esos cambios es una buena idea tenerlos en un interior con mucha luz. Puesto que se trata de una planta grasa, el áloe puede sobrevivir a largos periodos sin recibir riego pero sin dejar de asegurarse que las hojas  son gruesas y están llenas de gel. Cuando la planta es madura (entre los dos y los cinco años) se reproduce.  Los hijos quedan muy cercanos a su tallo. Se aconseja darles tiesto propio.

 

 

 

Texto Margarita Noguera

Documento extraido:

de la Vanguardia, 23 noviembre 2013